JEAN PIERRE WIMILLE
Por: Bocha Balboni

Jean Pierre Wimille

En memoria de un as europeo que encontró la muerte corriendo en Argentina
                 
No había televisión, pero en aquellas voluminosas radios a lámparas escuchábamos las noticias y no me olvido cuando mi papá me explicaba lo que estaban contando: un corredor francés muy conocido se había matado ese 28 de enero de 1949, durante una de nuestras Temporadas Internacionales.
       
Ja! Esto te sirve para darte cuenta que viejo que soy! Si, y que? Soy viejo, pero sabés todo lo que vi, viví y “manyé”? Ojalá tengas la misma suerte o mas.
       
Si, ya me imagino, no hiciste click en el sitio de la AAS para saber cuanto si soy  viejo, sino para leer algo de autos. Vamos!
       
Jean Pierre Wimille había nacido en París en 1908, su padre era un periodista deportivo.
       
Se crió entre los autos que recién aparecían, se entusiasmó con ellos, y las carreras, donde empezó  participando asiduamente con Bugatti con la que debutó ganando en 1931.
       
Sus buenas actuaciones hicieron que integrara el equipo oficial de la marca de Le Patron Ettore, y entre otras competencias se adjudicó las 24 horas de Le Mans, en  1937 en compañía de Benoist y en el 39 con Veyron. (ahora te podés dar cuenta el porqué la Bugatti W16 se llama Veyron).
       
Cuando el socialismo hitleriano mostró las garras y sus pretensiones  hegemónicas sin vueltas, sobrevino un periodo en que como tantos otros debió cumplir con sus obligaciones de ciudadano francés y tomar las armas para defender la libertad de su patria.
       
Al regreso ni bien se pudo prender en una carrera demostró que sus cualidades estaban intactas ganando en sus pagos con Bugatti.
       
Al no volver a presentarse equipo oficial de esta marca se subió a un Alfa Romeo 3.000 ratificando sus condiciones de hombre veloz, posteriormente le confiaron una  mas moderna Alfeta 158, alternando sus actuaciones con los recién aparecidos  SIMCA–Gordini, mas chicos pero muy maniobrables, muy adecuados en circuitos chicos o callejeros.

Nuestro país que por haberse mantenido expectante durante la guerra, mientras otros luchaban por la libertad, fortaleció su situación económica lo que permitió que se realizaran carreras que convocaban máquinas y pilotos europeos a quienes la dura economía de post-guerra les hacía dificultosa la competición.

Y  aquellos hombres que en una Europa empobrecida y derrumbada no tenían muchas oportunidades de correr ni medios económicos encontraron en las carreras argentinas un modo de volver a hacerlo y a la vez  hacer unos buenos pesos. Se llamaron Temporadas Internacionales y tuvieron lugar en 1947, 48, 49, 50, 51 y 52. Al iniciarse el Campeonato Mundial de conductores en 1950,  se adjudicó a Argentina una fecha puntable  pero a partir de 1953 y se siguieron disputando en, 54, 55, 56 y 57, 58 en forma consecutiva, después hubo con algunos paréntesis. Se disputaron veinte en total y hoy buahhhhhhh! Hace diez años que no  tenemos F1.

Al principio no teníamos autódromos, se corría en circuitos callejeros, como  Retiro o Palermo en Buenos Aires, El Torreón en Mar del Plata o el Parque Independencia en Rosario. Muy peligrosos por los cordones y postes a los costados, improvisándose defensas con fardos de pasto.

Villoresi, Ascari, Varzi, Farina, y Jean Pierre Wimille, entre otros  empezaron a visitarnos para las Temporadas Internacionales y en 1948 con un SIMCA Gordini. Wimille triunfó en Rosario, con Alfa llegó segundo en Mar del Plata. No solo por sus condiciones de piloto caló hondo en el corazón de nuestra gente, era un buen tipo.

Esos pilotos se entreveraban con los nuestros ya que se había dispuesto una fórmula libre en la que corrían con lo que se consiguiera en Europa, y lo que había acá. Así se mezclaban pura sangre de carrera como Maseratis, Alfa Romeos y las recién nacidas Ferrari, con nuestros Mecánica Nacional. Allí empezaron a medirse los nuestros con los europeos así los Gálvez, Fangio, Bizio, Malusardi, Pesatti, Fortunati Firpo entre otros tuvieron oportunidad competir con los del otro lado del Océano. De Brasil venía Chico Landi y de Uruguay Eitel Cantóni.



De vuelta a Europa, Wimille hizo correr la voz: “ en Argentina a hay un piloto que el dia que tenga un auto acorde va a dar que hablar…” dejó sentado al referirse a un piloto de Balcarce, un tal… Juan Manuel Fangio.

Jean Pierre Wimille siguió cosechando triunfos en Europa, alzándose con importantes victorias  en Italia y Francia. Era un personaje simpático, respetado y apreciado en el mundo,  Campeón de Europa.

Su afición por los autos lo llevó a intentar también  la tarea de constructor enfocándose en autos con fines familiares y presentó un modelo de características muy singulares en el Salón de Paris de 1948. Tenía un motor Ford 60HP ubicado atrás y tres plazas delanteras, siendo la del centro la del conductor.

Su pasión por las carreras y las amistades que había cosechado en estos confines  lo trajeron nuevamente para la temporada 1949, donde probando en el circuito callejero de Palermo su SIMCA-Gordini se fue de costado en una curva y al golpear contra el cordón se dio vuelta pereciendo Wimille en el desgraciado suceso, mientras su esposa, cronómetro y planillas en mano aguardaba, como se estilaba entonces,  el paso del ídolo francés.

Aparte de su capacidad como piloto y don de gentes, el ídolo francés había caído muy simpático por el hecho de que estaba interviniendo en ese momento con el auto mas pequeño, y derivado de un auto de serie, la SIMCA-Gordini.
       
Ricardo Lorenzo “Borocotó” periodista de “El Grafico”, hombre que tuvo la responsabilidad de cronicar muchas de las carreras de ese entonces lo recordaba así “ azul era el SIMCA, azul el overall de Wimille, azul su corbata, su gorrito era azul, todo él era azul. Y bajo nuestro cielo azul de Palermo quedó el 28 de enero de 1949”.

Un mes después,  en Mar del Plata, en un accidente similar correría lamentablemente  idéntica suerte, Adriano  Malusardi, piloto argentino, primer ganador en el circuito Los Toboganes de Esperanza, en otra de esas carreras de la Temporada Internacional.

Así son las carreras, que no son para que nadie pierda su vida, pero desgraciadamente es lo que puede suceder y no deben pararse, ni suspenderse (mientras persistan las condiciones iniciales de seguridad) por muertes o accidentes.  El que sube a un auto de carreras lo hace en uso de su total discernimiento y en ejercicio de su voluntad, él y su familia tienen que tener en cuenta que asumen un altísimo riesgo.

Es tarea de las autoridades deportivas minimizar esos riesgos, y hacer todo lo que está a su alcance por eliminarlos, si es posible. Pero siempre habrá riesgo. Nunca se podrá negar que se está frente a una de las profesiones mas riesgosas y así debe ser admitido.
         
Existe un caso, en alguna forma emblemático: Las 24 Horas de Le Mans de 1955, a pocas horas de largarse la competencia el mas horripilante de los accidentes de las carreras de autos tuvo lugar exactamente frente a boxes. El auto de un piloto local, el francés Pierre Levegh, se desintegró al chocar otro auto. Sus restos esparcidos sobre el público dejaron mas de 90 personas muertas. Con el mejor de los criterios, la organización no interrumpió la carrera.
       
El escenario se hubiera sumido en el mas profundo caos. De interrumpirse la carrera, el público  colmaría las salidas  y las rutas tapando  indispensables vías para que las ambulancias cumplan con su trabajo, porque además había muchos heridos. Mas los curiosos, que con seguridad hubieran ido al lugar de la desgracia a husmear. La carrera siguió y tras varias horas al conocerse los detalles, Mercedes Benz propietaria del auto siniestrado retiró su equipo en señal de duelo, la carrera continuó, los heridos pudieron evacuarse y recibieron la ayuda correspondiente, lo que minimizó los casos fatales que de otra forma hubieran trepado vertiginosamente.
       
Las Carreras deben terminar cuando se baja la bandera cuadros, no cuando un accidente empaña el espectáculo. También los asistentes deben estar compenetrados del riesgo, si no quieren presenciar un accidente y sus horribles consecuencias, no deben ir a los circuitos.
       
El mejor homenaje a quien queda en el camino haciendo lo que le gusta, correr, y  se sube a un auto de carreras a jugarse la vida por la fama o el triunfo, es seguir corriendo cuando lamentablemente la tragedia se pone el antiflama.

 

FUENTES:
Las fotos que ilustran este artículo fueron facilitadas por el sitio www.jmfangio.org (Un Tributo al Chueco)  lo que agradezco a 
mi amigo Vicente Sillitti,
Fuentes consultadas: Autoclub, Automundo, Autorama, Enciclopedia de Oro del Automovilismo Argentino,   Enciclopedia Salvat del Automóvil, La Nación, Medio Siglo de Automovilismo Argentino, Motor Clásico, Quatroruote, www.jmfangio.org


                                                      

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