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MIS PRIMEROS 40 AÑOS CON LOS AUTOMOVILES
Por: Hugo Semperena

Capítulo 2

HECHOS CLAVES

Un hecho clave corresponde a mis primeras vacaciones.

Mis primeras vacaciones, como estimo las de millones de personas de esa época, de otras anteriores, de esta época y tal vez de las que vendrán, fueron en Mar del Plata.

Realmente este hecho no tendría nada de original, si no fuera por todos los pormenores que el mismo tuvo, y que ya les paso a contar.

Verano de 1962. Febrero. Carnavales, para más datos. En esos años, carnavales significaba feriado, por lo menos 2 días. En ese año, estos 2 días eran el lunes 26 y el martes 27.

Con lo cual, el plan de "vacaciones", en realidad consistió en ir a pasar carnavales a Mar del Plata.

Mis padres se pusieron de acuerdo con unos familiares indirectos, pero con quienes por ese entonces además existía (y existe) una gran amistad, a tal punto que yo los llamaba "tío y tía", y un matrimonio amigo de ellos. El auto de este matrimonio era un N.S.U. Prinz (sí! la famosa galerita), un auto bastante habitual y coherente por esos años, fabricado en la Argentina bajo licencia, y de muy noble rendimiento.

Mi "tío" Ricardo (otro "personaje" sobre el que también volveré más adelante), en cambio, era algo más original.

Tenía un . . . S.C.A.T. 1904 Doble Faetón, transmisión a cadena, ruedas de madera, grandes faros de bronce con luz a gas de carburo; en fin un carruaje de aquellos.

Iniciamos la travesía el sábado 24 bien temprano a la mañana, y alrededor de Chascomús, Ricardo decidió remolcar al N.S.U. a fin de "acelerar un poco el viaje", además de algunos problemitas que tenía la galerita con el Dynastart.

Obviamente, por más que aligeramos no llegamos a Mar del Plata ese mismo día, por lo que tuvimos que dormir en un Hotel (...) de Coronel Vidal.

Al día siguiente, temprano, reiniciamos viaje y llegamos a Mar del Plata. Día muy especial para mí ese domingo 25 de Febrero, ya que cumplía 4 años.

Mi madre me preparó una torta, y tuve mi anhelado festejo en Mar del Plata.

A la noche, decidimos ir a ver (y como en realidad aconteció, participar) el Corso de Mar del Plata en plena Avenida Colón, la cual por entonces ya contaba con una gran cantidad de los edificios actuales.

Para estar a tono con las circunstancias, Ricardo dejó el S.C.A.T. reluciente, bajó la capota, nos vestimos con nuestras mejores prendas (no disfraces).

La cuestión fue que de meros espectadores, pasamos a ser "Comparsa Fundamental" del corso. Es que con semejante aparato, era imposible pasar desapercibido, entonces nos unimos a la caravana y . . . se pudrió todo.

En esa época el corso tenía un gran fervor entre la gente, y en lugar de aerosoles y perfumes, se "festejaba y jugaba" con huevos, baldes de agua, tomates, pero tirados desde los balcones.

Bueno, mis amigos, de ser una pasada triunfal, nuestro desfile dejó paso a una huida feroz, previo armado de la capota para guarecernos. Inolvidable.

Otro hecho clave relacionado con los fierros, también tiene como participante a Ricardo y su S.C.A.T.

Turismo de Carretera. Vuelta de Salto de 1962. Según cuentan los que saben, el trazado era el mismo triángulo que unía las ciudades de Carmen de Areco-Salto-Arrecifes, pero en sentido inverso al de la Vuelta de Arrecifes.

Ahí fuimos con el S.C.A.T., saliendo muy de madrugada, y llevando además a mis tíos Antonio y Eva (en los transportines, por supuesto), siempre dispuestos para toda ocasión que implicara un buen asado y pasarla bien en familia.

El ídolo de Venado Tuerto, y amigo de nuestra familia Marcos Ciani, había cambiado de monta.

Después de muchos años de defender al "Chivo", había armado un "Dodge Slant-Six", sobre una carrocería Dodge Cupé 1939 con una calidad de terminación (obviamente todo artesanal) excepcional. Estaba pintada verde metalizada, con unas "llamaradas" en color rojo/naranja que salían desde la punta de la trompa hasta el centro del capot.

Estaba previsto que Marcos debutara esa carrera, pero lamentablemente llovió durante los días previos a la carrera, y por precaución para no dañar el auto, decidió no ir a Salto.

Lamentablemente nosotros nos enteramos el mismo domingo a la mañana, cuando íbamos llegando al circuito, con lo cual nos quedamos con las ganas de ver debutar al Dodge.

Sin embargo, recuerdo ese día por dos motivos:

Uno fue el asado que prepararon mi tío Antonio y mi padre bajo la lluvia, tapándolo con una lona junto al alambrado de un campo, y el resto de la familia (esposas, hijos, todos) comiendo sin bajar del S.C.A.T..

El otro fue la serie de piruetas que hicieron los autos casi frente a nosotros (estábamos ubicados justo en una curva que además era bajada a la tierra... o mejor dicho al barro).

Para recordar, la maniobra de Juan (a secas, o hace falta aclarar Gálvez) sacando a puro volantazo el auto de una banquina a la cual iba irremediablemente a caer, luego yéndose hacia la otra hasta que lo pudo poner derecho y seguir viaje. También inolvidable.

Segunda Reflexión: Que habrá sido del S.C.A.T....

El otro hecho clave, y del que guardo también algunas vagas imágenes, tiene que ver con las largadas nocturnas de Grandes Premios de T.C. desde el A.C.A.

Recuerdo haber ido al menos a dos de ellas, entre 1960 y 1962 aproximadamente, con un amigo y socio de mi padre llamado Santiago, también amante de los fierros e hincha de Marcos Ciani, a bordo de su Volvo PV 444 modelo 1958 (el del parabrisas dividido), impecablemente blanco, adquirido de 0 KM. Realmente todo un auto de carácter.

El lugar elegido para ver pasar las cupecitas era siempre la recordada rotonda de General Paz y Libertador, con su imponente fuente en el centro.

Este lugar tenía un encanto especial, ya que algunos corredores encaraban la rotonda a ritmo casi de carrera, lo cual en más de una ocasión causaba problemas de integridad física y mecánica, ya que no todos los pilotos tenían la habilidad al volante de un, por ejemplo, Oscar Gálvez.

Si bien estas largadas no contaban con el tradicional "asadito" al costado de la ruta, recuerdo que contaba con una gran cantidad de aficionados a lo largo de la General Paz, ovacionando a sus ídolos, a los cuales identificaba hasta por la ubicación de las luces especiales colocadas en el torpedo o en el techo.

Tercera Reflexión: Creo que la Rotonda con la fuente al medio era más linda que el puente actual...


 

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