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MIS PRIMEROS 40 AÑOS CON LOS AUTOMOVILES
Por: Hugo Semperena

Capítulo 5

VUELVE LA FIEBRE - "HOLA LORENZO!"

El año 1971 marca un cambio total en cuanto a mi actitud y mi relación con el automovilismo en general, pero en especial con el deportivo.

Como muchos recordarán, en Enero de ese año se realiza la denominada "Temporada Internacional", que incluyó la realización de los 1000 Km de la Ciudad de Buenos Aires para Sport Prototipo, este año con puntaje para el Campeonato Mundial de Marcas, y 2 semanas más tarde el Gran Premio de la República Argentina de Fórmula 1, en este caso sin puntaje para el Campeonato Mundial de Conductores.

Mi padre tuvo la oportunidad de conseguir entradas especiales para ambos eventos (Platea Oficial).

En el caso de los 1000 Km, asistimos a las pruebas de clasificación del día Sábado, en las cuales quedé asombrado por la fuerza bruta de los Porsche 917 oficiales del equipo de John Wier, pintados de impecable color celeste, piloteados por las duplas Siffert-Bell y Rodríguez-Oliver (quiénes ocuparían el 1-2 en ese orden al día siguiente).

Otro auto que me sorprendió fue el Porsche 917 del equipo Martini piloteado por Vic Elford. Realmente llevaba el auto siempre al borde de la piña, sin embargo se las ingeniaba para corregir la cola totalmente desparramada y enderezar el auto dentro de la pista.

Al día siguiente, viendo la carrera por Canal 7, recuerdo la lucha de los Porsche oficiales con la Ferrari 312P de Giunti-Merzario, la cual si bien daba un handicap de 2 litros menos de cilindrada (3000 c.c. versus 5000 c.c. de los bólidos alemanes), lo compensaba con un menor peso y mejor maniobrabilidad en lo trabado.

En plena lucha estaban cuando sobrevino la tristemente inolvidable colisión con el Matra 660 de Jean Pierre Beltoise, y que acabó con la vida del joven Ignazio Giunti frente a la mismísima recta principal.

Ese fue el último año de los monstruosos Porsche, ya que al año siguiente cambió la reglamentación de la categoría, bajando el tope de cilindrada a 3000 c.c.

Dos semanas después, llegó la Fórmula 1. Al tratarse de una carrera sin puntos, faltaron equipos importantes como Tyrrell, B.R.M., Brabham, Mc Laren, Ferrari, con lo cual se llegaba apenas a poco más de una docena de máquinas. Para completar un parque de máquinas algo más razonable, agregaron autos de Fórmula A, unos monoplazas con motores de serie de casi 5 litros, muy pesados y poco competitivos.

Sin embargo, esta carrera tenía el atractivo adicional de significar el debut de Carlos Reutemann en la categoría mayor, después de un año de Fórmula 2 europea con el Brabham BT30 del A.C.A.

En esta ocasión, estuvimos el domingo con mi padre en el autódromo, y si bien la carrera fue bastante monótona, conservo algunos recuerdos imborrables.

Uno de ellos fue la permanente ovación a Lole Reutemann, quién con un andar sólido y cuidadoso del medio mecánico que le había tocado (un modesto Mc Laren M7C propiedad de Joakim Bonnier bastante carrereado), se las ingenió para pelear mano a mano con los March 701 de Siffert y Pescarolo, hasta terminar en la tercera posición al cabo de las dos series con suma de tiempos.

Otro recuerdo es la "sinfonía azul" que brindó el Matra de Chris Amon, quien fuera el ganador de la carrera. El particular sonido del V12 francés, se distinguía del resto ya que se trataba de casi un silbido, el cual más se destacaba en los mixtos, tobogán y curvón.

Por otro lado, decepcionaron los Lotus 72, con Emerson Fittipaldi y Reine Wisell, de los cuales se esperaba mucho y, como aconteciera durante todo ese año 1971, no produjeron resultados de destacar.

A partir de este año, pasé a ser un "adicto" a todo lo referido al automovilismo, en especial internacional.

Mucho ayudó también la campaña del Equipo del A.C.A. de F.2 Europea con el "Lole" y su Brabham BT36 entremezclado con Emerson, los recordados Peterson y Cevert, Tim Schenken, entre otros.

Obviamente, comencé a "devorar" semanalmente la recordada "Automundo", con su tamaño más grande y sus láminas a color, y por supuesto Corsa. Inclusive, armaba álbumes de fotos, tanto de la Temporada Internacional, como de la actividad en Europa.

A partir de aquí, se inicia una especie de compromiso "de honor" para asistir a todos los Grandes Premios de Fórmula 1, hasta 1981.

Con mi padre creamos una especie de ritual, que comenzaba a gestarse días antes de la carrera, y que consistía en preparar todo un "equipo de supervivencia", para poder soportar estoicamente 10 ó 12 horas en la tribuna.

Este equipo estaba integrado por gran cantidad de bebida (con y sin alcohol), empanadas caseras o sándwichs, fruta, y mucho hielo, todo en amplia heladera portátil y bolsos térmicos.

Ocurre que una vez ocupado un lugar en la tribuna, era muy difícil poder bajar. Por ejemplo, para poder ir al baño, nos poníamos de acuerdo con otras personas sentadas cerca nuestro para bajar y luego poder subir, ya que de esa manera evitábamos los "colados" que llegaban tarde y pretendían una buena ubicación (por lo general las filas más altas de la tribuna).

Además, hay que tener en cuenta que si la carrera comenzaba a las 13 hs., para conseguir esta buena ubicación había que estar ya instalado antes de las 7 de la mañana, con lo cual significaba pasar un buen rato bajo el sol de Enero (Hay que aclarar que por esos años nuestro Gran Premio era el que abría la temporada, para luego ir a Brasil, Sudáfrica, y recién a principios de abril iniciar la temporada europea).

Recuerdo que el "placer" previo a la largada de la carrera, cuando ya estábamos al borde de la insolación, era mojar pañuelos en el agua helada que quedaba en la heladera al derretirse el hielo, para colocarlos dentro de la gorra y refrescar un poco las sufridas cabezas. Algo ayudaba...

Para una mejor observación, nuestra preferencia en cuanto a ubicación era en la tribuna del fondo de la recta principal (por supuesto la popular), bien arriba y justo enfrente de la entrada del circuito chico.

Esta ubicación permitía ver casi toda la recta principal, ver la recta del fondo, y ver salir los autos de mixtos y dirigirse al tobogán (recordemos que a partir de 1974 se utilizó el Circuito N°15, o sea el largo que iba por detrás del lago).

Desde ya que no es el espíritu de este relato narrar lo acontecido en cada una de estas carreras.

Sí en cambio, quiero compartir algunos hechos que quedaron para siempre grabados en mi memoria, los cuales iré reviviendo en forma cronológica.

Año 1972.

Este año, tuve la oportunidad de además de la carrera, asistir a las pruebas de clasificación del sábado, cómodamente ubicado en la Terraza de Boxes.

Esa fue la tarde que Lole (quién debutaba en la categoría en forma oficial) al comando del Brabham BT 34 blanco Nº 2, clavó ese tiempazo de 1'12''46/100 para el Circuito Nº 9 que le valió la Pole Position, superando a Jackie Stewart -campeón del mundo- por 32 centésimas. Nunca olvidaré la ovación de la gente al escuchar por los parlantes la información sobre ese tiempo.

Sin embargo, lo que me asombró fue el andar del campeón Stewart con el Tyrrell durante esa tarde de clasificación. Recuerdo que habrá dado una docena de vueltas, no más, pero por ejemplo parando al final del curvón, a la salida de los mixtos, entrando a boxes, y dando siempre la sensación de no ir rápido.

El auto recorriendo el circuito por la línea ideal, sin bloqueadas ni patinadas, entró a boxes, y de repente anuncian un tiempo de 1'12'78/100, "Pole Position" hasta ese momento.

Todos nos miramos y nos preguntamos: ¿Cuándo hizo el tiempo que no lo vimos?

Creo que ese era el gran mérito de Jackie Stewart. Andar rápido, sumamente rápido pero sin demostrarlo, sin castigar el auto.

Como contrapartida, recuerdo el andar de Jacky Ickx con la indomable Ferrari 312 B2, entrar a los volantazos al curvón para poder sacar un tiempo razonable. Pero lo del escocés para mí fue asombroso.

Año 1974.

El año de la famosa y nefasta toma dinámica del Brabham de Lole.

No recuerdo por que razón, no habíamos podido conseguir entradas para la carrera del domingo.

El último intento fue el día sábado en el mismo autódromo, sin resultado. Además, Lole había andado muy bien con el Brabham BT 44 Nº 7, y estaba muy "afilado" para el día siguiente.

Recuerdo que esa noche la pasé muy mal, ya que me iba a perder la carrera y no me podía ni me quería resignar.

Pero al día siguiente, mi padre tomó la decisión de ir al autódromo, a tratar de conseguir entrada de alguna forma.

Llegamos a las ventanillas y por supuesto estaban cerradas. Buscamos algún posible revendedor, y nada.

Hasta que en un momento, parados frente a una puerta de la Avenida Roca, se nos acerca una persona que nos pregunta si queríamos entrar.

Obviamente la respuesta fue afirmativa, pero cómo?

Esta persona muy tranquilamente nos instruyó: "Ustedes llegan a la puerta, y ven a ese hombre sentado que controla el corte de entradas. Bueno en lugar de darle la entrada, le dicen ¡Hola Lorenzo! y listo, ya está, ya entran".

Con mi padre nos miramos con desconfianza, ya que al lado de ese hombre había dos personas más con credenciales de control, y un Agente de la Policía Federal por cualquier cosa.

Pero justo adelante de nosotros había dos personas que estaban en lo mismo. Observamos como lo hicieron, y al ver que entraban sin problemas, nos decidimos.

Recuerdo que el costo para acceder era alrededor del doble del de la entrada. Le pagamos el dinero a esta persona, esperamos una señal del hombre sentado, y allí fuimos.

Obviamente la "contraseña" funcionó perfectamente, el hombre inclusive nos respondió el "saludo", y al fin pudimos entrar y tomar ubicación en nuestro lugar habitual.

Años más tarde, al ingresar a trabajar al A.C.A., comenté esta anécdota a gente encargada de la organización (control de acceso), y recuerdo que les extrañó el episodio.

De la carrera no puedo agregar mucho a lo que se haya visto por TV o escrito en toda la prensa nacional e internacional.

Sin embargo, recuerdo una anécdota que tal vez quien estuvo ese día en el autódromo tenga presente.

A la carrera había asistido el Presidente Perón. El relato por los parlantes del autódromo estaba a cargo del recordado e inolvidable Luis Elías Sojit.

Cuando la toma dinámica empezó a aflojarse, y el Brabham mostró algún cambio en el comportamiento, fundamentalmente en el sonido del motor (recordar que llevaba más de 30 segundos al Mc Laren de Denis Hulme, a la postre ganador del Gran Premio), recuerdo las palabras premonitorias de Sojit: "A partir de ahora, el auto de Lole comenzará a perder 2 ó 3 segundos por vuelta, pero quédese tranquilo mi general -dirigiéndose a Perón-, que todavía no vino lo peor".

Obviamente, Lole no solo no ganó, sino que ni siquiera llegó a sumar un punto. Nunca olvidaré el silencio total en el autódromo al terminar la carrera, y mi pensamiento al salir con la cabeza gacha hacia atrás de las tribunas: "Sojit lo quemó al Lole"...

Sin embargo, creo que esa fatalidad sirvió para que el público tuerca por fin adoptara a Lole como ídolo, ya que si bien no pudo ganar, demostró con esa performance (y luego confirmó con creces a lo largo de su campaña) que estaba al primer nivel dentro de la categoría máxima del automovilismo.

 

 

 


 

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