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MIS PRIMEROS 40 AÑOS CON LOS AUTOMOVILES
Por: Hugo Semperena

Capítulo 8

EUROPA !!

Dicen que los sueños se hacen realidad, si uno los desea intensamente. Simplemente hay que aguardar la oportunidad, y cuando esta se presenta, no dejarla pasar, porque tal vez nunca se vuelva a repetir.

Siendo un niño, y luego de adolescente y adulto, cuando me preguntaban por un sueño a realizar, siempre respondía de la siguiente manera: "mi sueño es poder estar algún día en Montecarlo y recorrer el trazado que se utiliza para el Gran Premio".

 

En el año 1992, ingresé a trabajar a la filial nacional de una importante compañía multinacional.

Por distintas circunstancias relacionadas con lo laboral, tuve por primera vez la posibilidad de viajar al exterior.

Mi primera experiencia fuera del país fue a fines de 1993, en los Estados Unidos, más precisamente el estado de Florida, conociendo ciudades como Tampa, Sarasota, y por supuesto Miami.

Luego de saciar mi costado consumista en cuanto Shopping se cruzara, de casualidad descubro en el hall del hotel donde estaba alojado la existencia de un museo de autos antiguos en Sarasota: el "Bellm's Cars and Music".

Por supuesto averigüé los horarios del museo, y me hice tiempo para poder visitarlo. Del museo puedo decir que se trata de un puñado de autos americanos, algunos originales y otros réplicas, pudiendo encontrar desde un Sears de principios de siglo, un Olds "Curved Dash", pasando por un imponente Auburn "Boattail Speedster" hasta un De Lorean (el auto de "Volver al Futuro"), un auto con una historia interesante a cuestas, y del cual no conozco que exista algún ejemplar por nuestras tierras.

De este simpático lugar, me ha quedado como recuerdo algunas fotos, postales, una colorida "T-Shirt", y el folleto del mismo. Algo es algo.

Sin embargo, estaba muy lejos del "sueño deseado".

Pero, afortunadamente, luego de un tiempo, al fin mi sueño se pudo hacer realidad.

A fines de abril de 1996, debo realizar una presentación en el "Headquarters" internacional, ubicado en Bruselas, capital de Bélgica.

Se tratará de un viaje que resultará para mí inolvidable.

Teniendo en cuenta el cronograma de trabajo, finalizaba mi actividad laboral el día miércoles por la tarde. Por las características del viaje, pude obtener autorización para permanecer en Europa jueves, viernes, y el fin de semana, para poder conocer un poco más esas latitudes.

Con esa perspectiva, comienzo a preparar mi agenda de viaje, considerando el corto tiempo disponible con que contaba.

Qué lugares podía incluir? Podía ser Francia, Inglaterra, profundizar España, ya que las escalas del trayecto aéreo eran las ciudades de Buenos Aires/Madrid/Bruselas/Madrid/Buenos Aires.

Hasta que casi por casualidad se me ilumina una lamparita (en este caso de iodo). Y pienso: justo ese fin de semana se corría el Gran Premio de Mónaco.

Bueno; una vez que confirmé que efectivamente era justo ese fin de semana, comenzó mi locura total, y entonces todo giró alrededor de ese evento, y la posibilidad de coordinar los tiempos y los vuelos para poder cumplir mi añorado sueño, ya que era poder cumplir un sueño de conocer Mónaco, precisamente con todo montado para el Gran Premio.

El agente de viajes me dio una mano en la coordinación de los vuelos, a fin de poder cumplimentar el itinerario en forma exitosa.

Una vez diagramado el mismo, comencé a planificar mis tiempos libres, los cuales se fueron cumpliendo con una precisión casi suiza.

En Bruselas mismo, una tarde libre la aproveché para visitar el Museo del Cincuentenario, un edificio histórico espléndido, en donde en uno de sus pabellones funciona "Autoworld".

Se trata de una colección de más de 200 automóviles antiguos de todos los tiempos, cuyo origen fue la colección privada de Ghislain Mahy, la cual fue creciendo con apoyo gubernamental, contando entre sus piezas con una especial variedad de autos belgas, pero además con muchos americanos (por ejemplo un Lincoln presidencial, Pierce Arrow, tres Graham's, entre otros).

Existe una variedad de autos en miniatura antiguos, bibliografía, automobilia, etc.). Realmente se trata de una muestra permanente muy interesante y recomendable, donde se aprecia el respeto y veneración que existe en Europa por toda manifestación de autos antiguos.

Por ejemplo, conviven en el museo desde "Le Jamais Contente", aquel bólido eléctrico que en 1899 llegó a los 100 Km por hora, hasta una modesta Cupé Ford Taunus de 1973.

El día viernes por la mañana, ya en Madrid, no tuve mejor idea que ir a conocer la redacción de la revista "Motor Clásico", en donde fui muy bien atendido por el entonces Jefe de Redacción Sr. De la Torre, y otros dos colaboradores. Estuve casi una hora charlando con ellos, y conservo como recuerdo algunos calcos, un pin y otros souvenirs que muy gentilmente me obsequiaran.

El sábado por la mañana, tomé un avión de Madrid a Niza. Allí alquilé un auto (un modesto Citroen AX dos puertas blanco), y recorrí el maravilloso camino por la Costa Azul que une las ciudades de Niza y Montecarlo.

Llegué a esta última ciudad casi al mediodía, justo a tiempo para poder ver la última parte de la clasificación de Fórmula 1, y a continuación ver la carrera de Fórmula 3, en la cual corría nuestro Esteban Tuero, el cual venía ganando hasta que lo tocaron en "La Rascasse" y debió abandonar.

A continuación tuve la oportunidad de conocer el Museo del Automóvil del Principado. Un lugar muy interesante donde hay una cantidad y calidad muy llamativa de autos antiguos y clásicos, propiedad del mismo principado.

Al finalizar la carrera, y debido a las características tan particulares del circuito enclavado dentro mismo de la ciudad, se corren algunos bloques de cemento, que permiten que los autos particulares se puedan trasladar de una punta a otra utilizando el mismo asfalto que un par de horas antes recorrieron los monoplazas.

Ahí comencé a cumplir mi sueño. Rodeado de Porsche, Ferrari (nunca vi tantas Ferrari juntas), y Rolls Royce, allí andaba yo con mi modesto "citadino" dando 2 vueltas al circuito, sintiendo cada curva, cada sector, recordando las veces que lo había visto por televisión, y ahora estaba ahí. Realmente la sensación fue emocionante, e inolvidable.

Tal es así que por la noche, luego de estacionar el auto en un lugar seguro, recorrí una vez más el circuito, pero esta vez... a pie. Aclaro que esta rutina es realizada por miles de personas durante la noche previa a la carrera.

Es que se trata de una vigilia en la cual nadie duerme, donde se tiene la posibilidad (entiendo única en el calendario de la F1), de poder estar casi adentro del taller de cada equipo mientras se arman los autos para el día siguiente (esto se realiza durante la noche). Entonces cuando "brama" un motor recién colocado en el auto, la multitud delira, aplaude, festeja.

Otro punto de interés es el Casino. Por la noche se realiza la cena de gala, adonde llegan las personalidades de todo el mundo que han concurrido a presenciar el Gran Premio en autos impresionantes: Ferrari, Porsche, Rolls Royce, Bentley. Realmente se trata de un desfilar de lujo y tecnología, del más alto nivel.

Realmente se trató de una experiencia incomparable, e inolvidable, la cual disfruté segundo a segundo, y conservo aún en mis mejores recuerdos.

Casi a la madrugada, ya saciado de respirar tantos aires fierreros, emprendí la retirada de Montecarlo.

El objetivo estaba cumplido, los tiempos eran muy estrechos, y realmente la carrera en sí no me despertaba demasiado interés.

Respecto de la misma, recuerdo que la seguí por televisión desde el aeropuerto de Niza, viendo ganar en forma inesperada a Olivier Panis con el Ligier Peugeot bajo la lluvia, luego de una debacle general de los candidatos.

Recuerdo haber desayunado en un barcito en las afueras de Montecarlo, en donde estaban banderines y fotos de clubes de fútbol de todo el mundo, y en especial del equipo local, en donde se destacaba como ídolo del mismo de años anteriores el argentino Delio Onnis (aquél jugador que surgiera de Gimnasia y Esgrima de La Plata).

Luego de reponer energías con un café al estilo francés y un par de "croissants", con mi Citroen tomé rumbo a Mougins, un pueblo en camino a Niza, en donde ya me había informado existía un Museo de Automóviles antiguos.

Arribé minutos antes de la apertura (10 horas). Se trata de un lugar muy interesante, con alrededor de 100 autos de todas las épocas y modelos, tanto clásicos como de competición.

Entre otras piezas se encuentra una importante cantidad de Ferraris, incluida la T4 de Fórmula 1 del año 1979 que piloteara el recordado Gilles Villeneuve.

También conservo algunos recuerdos, como ser folletería, pin y otros.

Ya finalizando el itinerario, y antes de retornar a Niza, en donde comenzaría el retorno a Buenos Aires, vía Barcelona/Madrid, tuve la oportunidad de conocer la ciudad de Cannes, justamente en momentos en que se desarrollaba el renombrado Festival Internacional de Cine.

La verdad, que por tratarse de un "viaje de negocios", hubo bastante tiempo para el esparcimiento, por supuesto en mi caso, orientado totalmente hacia los fierros en todas sus manifestaciones.

Si bien he tenido la oportunidad de conocer otras partes del mundo muy importantes (New York, Roma, por ejemplo), y espero poder conocer algunas más, creo que la experiencia de Mónaco por todo lo que significó y significa para mí quedará como la más trascendente.

SUEÑO CUMPLIDO

A fines de 1998, se realizó en el Hipódromo de San Isidro, la primera edición de AUTOCLASICA, el evento más importante del país relacionado con los automóviles de colección, organizado por el Club de Automóviles Clásicos, y el cual pasó a partir de ese momento a convertirse en "el evento" del año, en donde se exponen las mejores piezas rodantes de todos los tiempos, dentro de un marco imponente, y para regocijo de entendidos y no tanto en este apasionante tema.

Ahí nos encontrábamos con Silvia, embelesados con tanta belleza mecánica, y prácticamente surgió al mismo tiempo el comentario (y automáticamente la decisión): "qué lindo sería estar aquí con la Graham-Paige. Tenemos que tratar de terminarla de una vez por todas ..."

Esa mutua coincidencia (verdadero triunfo de mi parte) estaba respaldada por un cambio favorable en nuestra situación económica, el cual, si bien no era algo impresionante, nos permitía disponer una inversión para llevar adelante el proyecto.

Ahí mismo, en su stand donde promocionaba sus trabajos de restauración, como así también la fabricación de "baquets" evocando los primitivos autos de carrera criollos, contactamos a quien sería el artífice del trabajo: Ricardo Lasivita, socio del Club de Automóviles Clásicos de muchos años y gran conocedor del tema.

Nos atendió muy amablemente, se interesó por el tema, y convinimos una visita a casa para ver el auto.

Mi objetivo fue siempre muy claro: restaurar el auto a su estado original, en todos sus detalles, hasta los más insignificantes.

Para ello, me asocié al Graham Owners Club International, en donde encontré las respuestas necesarias para los detalles: colores, cromados, ubicación de determinadas piezas, qué traía y qué no traía el modelo, etc.

Una vez acordado con Ricardo el plan de trabajo, presupuesto y otros detalles, empezó a fines de febrero de 1999 la restauración, la cual se realizó ininterrumpidamente durante todo ese año.

Si bien yo pensaba que el auto estaba completo, la realidad era que faltaban algunas piezas (que en su momento habían estado pero luego se fueron extraviando), otras que creía que servían debían ser reemplazadas, y trabajos que ya daba por hechos, necesitaban ser hechos nuevamente.

Pero bueno, la decisión estaba tomada, el objetivo era el de siempre, con lo cual fuimos enfrentando y resolviendo uno a uno los contratiempos que se fueron presentando.

Es aquí donde debo hacer una mención especial sobre la capacidad de Lasivita para resolver problemas.

Realmente yo tenía buenas referencias de él por sus trabajos realizados (ex autos de su propiedad y otros autos restaurados).

Esas referencias fueron plenamente satisfechas. Ricardo siempre encontró la solución para todo, sin alterar la originalidad. Realmente posee un conocimiento de autos antiguos muy fuerte, con independencia de la marca.

Todo esto ayudó a la continuidad del trabajo. Además, obtuvo información sobre repuestos y accesorios faltantes, cuando fue necesario me indicó a los especialistas para tal o cual tema.

Por mi parte, traté de "acompañar" la restauración, aportando los datos y documentación necesaria, buscando los repuestos faltantes, siendo esta etapa tal vez la más atractiva de todas, ya que se establece una especie de "red arqueológica" en donde gente que uno no conoce directamente está tratando de buscar la pieza necesaria.

Así por ejemplo fuimos junto con Ricardo hasta las afueras de Montevideo Uruguay en busca de una columna de dirección, y en cambio nos trajimos tres llantas de rayos con niples con sus respectivos aros y en excelente estado, más un diferencial completo prácticamente nuevo, por citar un ejemplo.

Cada sábado por la mañana, iba al taller de Carapachay a ver el auto para comprobar los avances realizados, y debo admitir que con Ricardo, más allá de una relación de proveedor-cliente, se dio una relación diría casi amistosa. Se entusiasmó con el trabajo, mostraba con orgullo sus "logros" ante un problema de difícil solución.

A fines de 1999, el motor rectificado casi 10 años antes dio sus gemidos, lo cual fue verdaderamente emocionante, como lo fue la primera vuelta para probarlo, sentados en sendos cajones y por supuesto aún sin terminar.

Una vez concluída la tarea de restauración mecánica y de chapa y pintura, quedaba el toque final: la tapicería y la capota.

En ese rubro, tampoco quise experimentar. Elegí a los Pugliesi, reconocidos tapiceros del ambiente, y además conocidos míos desde casi 20 años por ser socios de C.A.deA.A.

Este fue otro gran acierto. Tanto Carlos como su padre, pusieron todo su bagaje de conocimiento y experiencia (que no es poco por cierto), con una gran dosis de pasión y cariño, y con obsesión por los detalles hasta los más pequeños (tal vez más obsesivos que yo, lo cual no es tan fácil).

Casi 4 meses demandó esta última etapa, pero valió la pena la espera.

Un sábado por la tarde fuimos con Silvia a retirar el auto, y ahí la satisfacción fue sublime. Volvimos desde Lomas de Zamora a Flores andando en el auto, lo que fue prácticamente la primera vez que tenía la oportunidad de conducir el Graham ¡en casi 20 años!...

A partir de ese momento, por fin llegó el momento tan anhelado: comenzar a disfrutar el auto con mi familia, y además dentro de la familia de C.A.deA.A., adonde retorné a fines de 1999, y en donde gracias al recibimiento de gran mayoría de los socios "de antes" pareció que el tiempo no había pasado. Más aún, encontré un grupo enorme de nuevos socios con los cuales casi de inmediato establecí una hermosa relación siempre en torno de los "fierros".

De inmediato se sucedieron las ocasiones para lucir y disfrutar el auto: Desfile en San Telmo organizado por la Municipalidad de Buenos Aires, Exposición en Retiro "Autos de Ayer, de Hoy y de Siempre" junto con más de 150 autos y motos, y por supuesto Rallys.

El primero de ellos fue uno organizado por C.A.deA.A. a principios de Setiembre. En realidad más que un Rally se trató de una salida interna del Club a la localidad de Solís con el ingrediente de un prueba de regularidad.

Con Silvia de copiloto/navegante, nos divertimos muchísimo, y además obtuvimos un Noveno Puesto en la Clasificación General entre mas de 50 autos, y un Quinto Puesto en la categoría, con Copa incluida. Como comienzo mejor imposible.

Una semana más tarde, la exigencia fue mayor. El Club de Automóviles Clásicos de San Isidro organizó el Rally Nacional, con epicentro en Pinamar.

Allí concurrimos en lo que era la primera experiencia en ruta abierta y varios kilómetros por recorrer, y varias incógnitas por develar: Aguantaría el Graham semejante esfuerzo? No era demasiado arriesgado realizar tal viaje? Lloverá?.

Ahí confirmamos que la restauración había sido realmente buena. No tuvimos ningún tipo de inconveniente en todo el trayecto. A pesar de que el tiempo no acompañó, disfrutamos a pleno nuestro primer Rally "oficial", con el premio extra de obtener el 4° Puesto en nuestra categoría. Satisfacción y alegría al por mayor. Ah! me olvidaba; llovió y torrencialmente pero eso no empañó ni mucho menos un inolvidable fin de semana.

Los fines de semana que no hay actividad, siempre salimos con la Graham a dar alguna vuelta. Generalmente Silvia es quien me acompaña, pero además todos mis hijos disfrutan por pasear "en el auto de papá". Dado que es una cupé, no es precisamente espacio lo que sobra, pero igual nos arreglamos. Los mayores -Gonzalo y Rocío- adoran ir en el "asiento de suegra" haga frío calor, viento, lo que sea.

Los más chiquitos -Christian y Marisol- van adelante con nosotros y estudian todos los movimientos, preguntan cosas. Por suerte toda la familia se ha hecho eco de esta pasión y comparten conmigo el gozo y disfrute de ir en un auto antiguo.

Y por fin llegamos al broche de oro, al corolario que creo justo para 20 años de esfuerzo, ilusión y expectativas.

AUTOCLASICA 2000. El evento del año. Avalado por sus dos primeras ediciones exitosas, con una gran promoción en todos los medios, y la promesa de más de 400 autos y motos.

Obviamente la Graham-Paige debía estar presente. Era la culminación ideal. Al inscribirme, recuerdo que Máximo Palmbaum, Secretario del Clásicos, que conocía el auto del Raly a Pinamar, me dijo : Por supuesto vas a participar en el Concurso de Elegancia, no? Por un instante dudé, pero finalmente acepté, ya que pensaba que podía tener alguna chance.

La exposición superó con creces las expectativas, en lo que se refiere a la calidad de los autos presentes. Autos únicos, muchos de los conocidos de años anteriores, y otros especialmente traídos para esta muestra. Autos ganadores de Pebble Beach-California. En fin, un nivel de excelencia como pocas veces se ve en muestras similares de otras partes del mundo. Lamentablemente el tiempo no acompañó al esfuerzo hecho por los organizadores, pero no alcanzó a empañar una fiesta en todo sentido .

Respecto del concurso, un jurado sumamente exigente y calificado, integrado por expertos locales y del exterior, durante los 3 días que duró la muestra revisó (desmenuzó) cada auto participante, en base a un esquema de puntuación muy riguroso.

La categoría donde participaba el Graham-Paige era "Vintage Americano", que agrupa a autos construidos entre 1919 y 1930. Los rivales eran, entre otros, Cadillac Phaeton 1928, Packard Dual Cowl Phaeton 1924, Chrysler 1930 Cabriolet, Jordan 1929 Cabriolet, Essex 1929 Sedan, Buick 1927 Sedan, Ford A 1930 Cupé, etc.

Finalmente el domingo por la tarde, llegó la hora de la verdad. Nadie sabía nada hasta minutos antes de la entrega de los premios.

Dicha entrega consistía en subir con el auto a una rampa de honor con alfombra roja, en donde las autoridades entregaban el premio a los distintos ganadores, según las categorías correspondientes.

Precisamente estábamos viendo con Silvia la entrega de otras categorías cuando uno de los miembros del jurado nos hace una seña como que nuestro auto estaba preseleccionado.

Bueno a partir de ese momento comencé a caminar en las nubes. Fuimos a buscar el auto, le bajamos la capota y lo pusimos en marcha, esperando tal vez un segundo premio.

En ese momento anuncian por los altavoces: "Categoría Vintage Americano. Primer Premio es el Graham-Paige 1930 del señor Hugo Semperena".

No lo podía creer. Era realmente el broche de oro, la frutilla de la torta. La emoción y satisfacción es difícil de narrar. ERA EL SUEÑO CUMPLIDO.

Recuerdo que entre aplausos, fotos y filmaciones subimos a la rampa, bajé a recibir casi con temor la hermosa Copa plateada, subí al auto, le di un beso a Silvia y bajé lentamente de la rampa entre más fotos y aplausos, para luego de completar esa vuelta de honor descargar toda la alegría con Silvia y con varios amigos de la familia C.A.deA.A. que vinieron a festejar conmigo.

Acto seguido busqué a Ricardo Lasivita (que por su parte obtuvo el Segundo Premio con su eterna y perfecta Ford A 1930) y me estreché en un largo abrazo con él. Parte de este premio le pertenecía también.

Pasados varios días de este evento inolvidable, la emoción, orgullo, satisfacción, en fin una suma de sensaciones indescriptibles todavía perduraban.

Creo (estoy seguro) que estuvo plenamente justificado. Y también merecido...

EPILOGO (O MÁS BIEN PAUSA)

Hasta aquí llega este relato.

He tratado de compilar todas aquellas vivencias que se relacionaran con los fierros en mis primeros 40 años de vida con los autos, los cuales considero como un "punto de inflexión" (como dice Alberto Cortez en su canción: "A partir de mañana...")

Por eso, si bien es un epílogo para esta primera etapa, se trata en realidad de una pausa, para tomar aliento y comenzar a transitar los segundos 40 años, los cuales, al momento de escribir estas líneas, ya están generando un importante material por supuesto siempre relacionado con los fierros.

Eso sí; habrá que esperar un tiempo a fin de acumular la suficiente cantidad de historia y vivencia para (Dios mediante), sentarme nuevamente a escribir y compartir esta pasión que llevo tan adentro por los fierros, en todas sus expresiones.

Los espero entonces.

Hasta pronto.


 

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