EL PEONA
Auto prototipo argentino
Por Hugo Semperena
La historia automotriz en la Argentina, atesora numerosos
casos de intentos de fabricar un automóvil íntegramente "criollo".
Algunos
de ellos se pudieron concretar, como por ejemplo el Anasagasti,
si bien fueron poco más de medio
centenar los ejemplares construidos.
Sin embargo, existen
muchos otros casos en los cuales simplemente se trató de un prototipo, en los cuales
distintos factores impidieron concretar un proyecto de
fabricación continua.
Precisamente esta es la historia
del PEONA, auto netamente argentino, que presenta soluciones
muy avanzadas para la época
en que fue construido.
Pero antes de hablar del mismo, hablaremos
de la persona que imaginó y concretó este
proyecto.
Marcara y tren delantero con suspención independiente del
Peona
ORÍGENES
En el año 1901 llegaba a nuestro país un
emigrante italiano, para mejor decir un "Torinés".
Se trataba del Ingeniero Técnico Don Guillermo Peona, joven
con grandes inquietudes y conocimientos automotrices de
la época.
Sus primeras tareas las realizó en el Ferrocarril
Sud, reparando una perforadora de rieles, la cual hasta
ese momento se había negado a funcionar, relegando
a los incautos postulantes a un puesto de oficial mecánico.
Sin embargo, y gracias al ingenio y habilidad del joven
Peona, la "satánica" perforadora finalmente funcionó.
Muy
poco tiempo transcurrió para que la firma Burisky,
poseedora de un taller naval y de fundición de bronces
en la zona de Barracas, le ofrezca un cargo como socio
industrial. Allí nace en el Ingeniero Peona
la idea creativa de construir la mecánica de un
vehículo netamente utilitario, con un criterio popular,
a fin de que el hombre de trabajo pudiese tener un auto
para movilizarse ya sea en la ciudad o en el campo, debido
a las características avanzadas que poseía
en la parte técnica.
Así fue como comienza el diseño de un motor
4 cilindros, de cuatro tiempos, de 900 centímetros
cúbicos, árbol de levas a la cabeza, perforado
y con lubricación forzada por bomba de engranajes,
fundida en bronce. El encendido se hacía por
medio de magneto, con distribuidor independiente. Las piezas
principales, como el block, fueron fundidas y encamisadas. La
caja de cambios es de 3 marchas hacia delante y marcha
atrás, y posee engranajes inclinados, cuando la
mayorías de los autos de esa época tenían
engranajes rectos. Dos de estas marchas son de fuerza,
lo que le permite alcanzar una velocidad máxima
de 90 Km. por hora.
El auto contaba con dirección
por medio de una caja multiplicadora a engranaje. Contaba
con frenos traseros solamente.
Toda la matricería necesaria para construir el
auto, se desarrolló a partir del año 1914.
Ya en 1926, el motor se encontraba montado sobre un chasis,
el cual poseía suspensión delantera independiente
por medio de tubos, semejantes a los del Citroën 3CV.
Se
construyó una carrocería de 2 plazas
en aluminio cadmio (Durol), aleación esta de utilización
muy frecuente en la aviación de ese entonces. El
habitáculo poseía un tablero donde se encuentra
el velocímetro, la llave de contacto y un manómetro
de presión de aceite.
Las butacas fueron revestidas en cuero, y la parte del
piso se realizó en
fundición de aluminio en tierra. Para las partes de madera se utilizó algarrobo.
Una
firma muy acaudalada ofrece sus capitales para construir el PEONA GP1 en forma
masiva. Parecía que el sueño
de un auto popular se iba a hacer realidad, Sin embargo,
un problema personal, la muerte repentina de su hijo, derrumba
los sueños futuros del Ingeniero Peona, y el vehículo
queda arrumbado en un lugar bien protegido, pero olvidado
para el mundo.
Motor cuatro cilindros de 900 c.c.
OLVIDO Y RESURRECCIÓN
Transcurren
los años, y así en el año
1946, el PEONA es trasladado a una quinta en la zona de
Tristán Suárez. Ahí sufre la rotura
de un pistón, con lo cual se desarma el motor, y
debido a problemas de salud de Don Guillermo Peona, el
auto queda abandonado a la intemperie durante treinta y
seis años. Sus piezas en latas y cajones yacen
en un pequeño galpón. Parecía que
el proyecto desaparecería por completo. Sin embargo,
alguien se encarga de recuperarlo. Es su actual propietario,
el Dr. Alberto Baglieto, quien además estaba ligado
al auto desde mucho tiempo atrás. Pero dejemos que
sea él mismo quien nos relate esta historia, afortunadamente
con final feliz.
"Esta historia es parte de mi vida. Siendo muy niño,
desde los 4 años de edad, me llegaba hasta la casa
de Don Guillermo, con cualquier pretexto para ver por una
rendija de la puerta del galpón el reluciente monstruo.
Recuerdo que en más de una ocasión me decía ¿querés
escucharlo?, y con media vuelta de manija lo ponía
en marcha.
Pasaron los años. Sin embargo, siempre tuve el
sueño de recuperar este pedazo de historia nacional.
Así fue que el día 28 de octubre de 1982
sus familiares me permitieron retirar lo que quedaba del
vehículo. El estado en el que se encontraba era
de total destrucción. Sus ruedas de aluminio estaban
enterradas en un pozo, y las piezas del motor estaban dispersas
en un galpón. La tapa de válvulas, en la
cual lleva el nombre grabado, era una de las partes que
faltaban del vehículo cuando comenzamos a restaurarlo.
Casi milagrosamente, fue encontrada más tarde en
un gallinero que durante 36 años sirvió de
plato para darle de comer a las gallinas.
Afortunadamente, casi toda la matricería original de madera se encontraba
en buen estado, lo cual le aporta al auto un valor histórico único.
Ahí fue que comenzamos la tarea de reconstrucción
del auto, la cual nos insumió más de 7 años.
Con la ayuda de un gran colaborador, el mecánico
Eduardo Hernández, que puso todo su conocimiento
y su tiempo para lograr ensamblar piezas cuya posición
de funcionamiento desconocíamos, nos abocamos a
la difícil empresa. Después de cuatro
años pudimos escuchar el ruido enfurecido como un
canto de agradecimiento al sacrificio y a la tenacidad. Ayudados
por algunas fotografías de la época que fueron
cedidas por los familiares del Ingeniero Peona, se pudo
reconstruir la carrocería con el mismo material
y el mismo sistema que se encontraba la original, tarea
realizada por Héctor Doval.
Gracias a ellos, pudimos
recuperar esta pieza única,
que de tanto en tanto participa de eventos tales como "Recoleta/Tigre" entre
otros."
Peona restaurado
Peona en via de restauración |