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El viaje Soñado
Osvaldo Rodriguez

Sueño de jóvenes. Corría el año sesentaitantos cuando con mi amigo Horacio Reggi, amigo y socio en la compraventa de cachivaches, porque eso era en realidad lo que comerciábamos en nuestra juventud, nos decidimos a hacer un viaje a los Estados Unidos en un Ford T, ignoro las razones pero todo quedó solamente en una charla, una de las tantas que se hacían en el recordado garaje Alberdi, propiedad del padre de Horacio, el que nos aguantó unas cuantas travesuras.

Delirio de maduros. Llegando a los ochenta, Horacio me propone comprar en sociedad un Ford T 22 desarmado que se encontraba en Las Varillas, armarlo, e irnos a realizar el periplo suspendido por varios años.
Compramos el auto, Horacio se ocupó de la restauración, y quedó en perfectas condiciones para realizar el famoso viaje. Nuevamente el tiempo borra mi memoria pero lo cierto es que no salimos de Buenos Aires.
Ese fiel Ford T, es el mismo que me acompaña desde esa época, con él nos vinimos andando desde Buenos Aires sin problemas de ningún tipo.
Entretanto nos alejamos con el amigo ya que me voy con mi familia a vivir a la ciudad de La Falda en la provincia de Córdoba, pequeña ciudad de 15.000 habitantes enclavada en el centro del Valle de Punilla, uno de los lugares más pintorescos del país.

Charla de hotel. En una de esas tantas noches que compartimos con el amigo Victorio Strazza, acompañante de todos los rallys y otro entusiasta de los fierros viejos, surge en una charla la posibilidad de realizar un viaje en un auto antiguo, corría ya el año 91-92. Todo no pasó de allí.

En el jardín. Un día de noviembre de 1993, apareció Horacio en una de sus tantas visitas a La Falda, Victorio estaba en mi casa. No recuerdo como empezó el tema, lo único que sé es que al poco rato ya teníamos la fecha de salida y el vehículo en el que iríamos, se trataba de un Ford modelo 1946 propiedad de Victorio, al que le compramos la parte correspondiente, o sea que cada uno pasó a poseer el 33% del auto, evidentemente, nuestro patrimonio no se engrosaba demasiado ya que el “forcito” estaba en bastante malas condiciones.

Meta propuesta. Fijamos como fecha de salida, inamovible, el 1 de agosto de 1994, considerando tomarnos un tiempo suficiente para reparar el auto, hacer todas las averiguaciones, trámites, y sobre todo juntarnos con los fondos necesarios para poder hacerlo con comodidad. El destino sería la ciudad de Los Angeles y el itinerario previsto en forma tentativa nos llevaría por el norte, cruzando la cordillera por el Paso de Jama del que nos habían hablado por lo pintoresco y como una opción diferente, una vez hecho el cruce, dirigirnos rumbo a Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, país que no está unido por carretera con Colombia, así que teníamos que embarcar para poder cruzar, luego ya en territorio panameño, seguir hacia Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Honduras, Guatemala, México y, E.E.U.U.
Hasta aquí todo muy fácil, en el papel la cosa era muy sencilla, nada más subirse al auto, poner rumbo Norte y armarse de paciencia.
Cuando lo comentamos con los demás amigos, escuchamos comentarios de lo más variados, los más educados nos preguntaron si estábamos cuerdos, los otros tuvieron otras opiniones más duras, pero la mayoría dudaba de que hiciéramos el viaje.

Los Preparativos. Con mucho tiempo por delante, le confiamos el arreglo de la mecánica a un taller de la zona, Eduardo, Propietario, Jefe de Mecánicos, Gerente y Operario, se las arregló muy bien con las reparaciones, sobre todo con el motor al que hubo que cambiarle el bloc ya que el original estaba rajado, se consiguió uno usado y se le adaptaron todas las piezas usadas, arreglo que pocos motores pueden aceptar, el Ford en ese sentido es realmente muy noble. Se repararon los frenos, el tren delantero, radiador, y se acondicionó la parte eléctrica, todo esto en La Falda. Berna, la esposa de Horacio, siempre tan dispuesta, se ofreció para hacer el tapizado, ofrecimiento que fue aceptado en el acto por unanimidad.
Trasladamos el auto a Buenos Aires y Horacio se ocupó de ponerlo en condiciones en cuanto al aspecto, cometido que cumplió mejor de lo previsto, ni él mismo imaginaba que iba a quedar tan lindo.
Mientras tanto nos íbamos informando sobre papelería, trámites, hojas de rutas y de todo lo que pudiéramos captar por allí. Cabe destacar que tuvimos el apoyo de la Municipalidad de La Falda, del Gobierno Provincial, a través de su Secretaría de Turismo, de la Cámara de Senadores y de la Secretaría de Turismo de la Nación 
El tiempo, inexorable fue transcurriendo, la fecha estaba cada vez más cercana, y vivíamos hablando del tema. El viaje tenía una duración estimada de 60 días y era la primera vez que cualquiera de nosotros tres estaría alejado tanto tiempo de su casa.
En esta parte debo destacar que nuestras esposas, Isabel, Berna y Chichita, en ningún momento hicieron algún comentario adverso, sino que al contrario, nos alentaron desde el principio (Tal vez, ellas también querían tomarse unas vacaciones).

Viernes 29 de Julio. Faltan sólo dos días para la salida y el auto tiene unas pequeñas fallas de carburación difíciles de subsanar, recurrimos a otro taller que realiza un afinado más completo y aparentemente todo anda bien, hasta que salimos a probarlo y se rompió un botador, rotura muy poco frecuente en ese tipo de motores. A las 8:00 de la mañana de día 30, llegamos al taller de Eduardo para empezar a desarmar pero ya estaba abierto el motor y localizada la falla, antes del mediodía el desperfecto que nos quitara el sueño había sido solucionado pero nos quedó una inquietud bastante grande sobre el futuro que nos esperaba.
El entusiasmo que despertó en nuestros amigos de A.C.A.A. (Asociación Cordobesa de Automóviles Antiguos) cuyo presidente en esos momentos era el amigo Ignacio Centineo, merece un capítulo aparte ya que organizaron como despedida una regularidad hasta nuestra ciudad con un desfile por el centro y como broche una comida en el Club de Pesca, demás está decir que fue más de lo que esperábamos, creo que en el fondo la mayoría de los amigos fierreros hubiese deseado estar en el lugar nuestro.

Dique de La Falda. Listo para partir a la gran travesía.

Domingo 31 de Julio. Nos levantamos temprano, probamos el auto, marcha todo muy bien. Alrededor de las 13:00, llegaron los autos de Córdoba, eran unos veinte y después de dar una vuelta por el circuito Cuadrado Chico, se hizo una largada simbólica y nos fuimos al Club de Pesca al almuerzo. A la tarde, fuimos a Cosquín a despedir a César Bustos que salía al día siguiente hacia Caracas con el hijo en un Plymouth 36, en principio iba a salir con nosotros pero consiguió una subvención con la condición de salir de Cosquín conmemorando el triunfo de Marimón en la Buenos Aires - Caracas. Quedamos en encontrarnos al día siguiente en el A.C.A. de Tucumán.

 

Día “D” - Lunes 1º de Agosto de 1994. A las 7:30 por fin salimos, el día es espléndido, pasamos el cruce a Chepes, nos para la policía, no hay problemas, después de andar unos kilómetros nos sigue una moto con dos personas y nos hace señas para que nos detengamos, lo hacemos tomando el resguardo de estar listos para arrancar si notamos algo raro, pero son los mismos policías de antes que nos siguieron para avisarnos que habían escuchado por radio que los tripulantes de un auto antiguo habían olvidado los documentos en la casa, pero no éramos nosotros sino los Bustos.
Al mediodía paramos a comer en el cruce de Frías, un matambre a la parrilla inolvidable, seguimos viaje, el auto marcha perfecto.
La ruta es muy buena, el paisaje llano, entrando a Tucumán ya se ven plantaciones de tabaco y caña, nos llama la atención la gran cantidad de ceniza que vuela por todas partes, es que con un nuevo método se queman las plantaciones antes de cosecharlas, así lo pueden hacer a máquina, el sistema aparentemente es muy práctico y acelera el tiempo de recolección, pero creo que debe atentar y en grado sumo contra la ecología. A las 18:00 llegamos a Tucumán, nos alojamos en el motel del A.C.A., u$s 66.- c/des., regulamos el embrague y nos fuimos a cenar a una feria artesanal, unas exquisitas empanadas, tamales y cayote con quesillo, volvimos al hotel, Bustos todavía no había llegado, pero avisó por teléfono que todo andaba bien.

Martes 2 de Agosto. Nos levantamos a las 6:30, le dejamos un mensaje a César y salimos para el norte, cambia el paisaje, se ven las sierras y las plantaciones de cítricos, la ruta es muy buena, el tiempo espléndido.
A las 12:00, llegamos a Salta, el responsable de la División de Turismo Municipal, Marco Antonio Jándula, nos recibe muy bien, llamó a unos periodistas y nos hicieron un reportaje extenso con fotos incluidas.
Almorzamos y salimos hacia Jujuy por el camino de cornisa, son 90 km. de vistas hermosas aunque bastante peligroso ya que es muy angosto.
A las 17:30 llegamos a la ciudad norteña, el auto llama la atención y se acercan del diario y de la televisión para entrevistarnos. Nos alojamos en el hotel Sumay, u$s 62.- c/des., pasable.

Miércoles 3 de Agosto. A las 7:00, todavía oscuro, ponemos rumbo hacia Purmamarca, fin del asfalto y comienzo del tramo que nos tenía un poco preocupados ya que entre esta localidad y San Pedro de Atacama, primera población chilena, median 400 kms. de ripio con un solo poblado a mitad de camino, muy pequeño, en el que se hacen aduana y migraciones.
Amanece, el tiempo nos acompaña, llegamos a Purmamarca, pueblo muy pintoresco con sus cerros de colores, enclavado al pié de la cordillera, apenas nos detenemos para sacar unas fotos y seguimos viaje, nos espera un día difícil.
Encaramos la montaña y nos encontramos con la cuesta de Lipan, una trepada muy larga de alrededor de 30 kms., la que tenemos que hacer casi todo el tiempo en primera velocidad, comienza el calvario para el viejo Ford.

Cruzando un vado en el Paso de Jama

La carga de equipaje, repuestos, nuestro propio peso, agua, herramientas y combustible extra, agregado al hecho de que el auto aparentemente tenía una relación larga en el diferencial, hacía que en las cuestas el veterano sedan, no se comportara de acuerdo a nuestras necesidades, haciendo que cada subida nos pareciera interminable, de todas formas, los temores de que nos dejara de a pie, fueron totalmente infundados, siempre, siempre, se movió por sus propios medios, a pesar de las fatigosas cuestas y de las increíbles recalentadas que le ocasionaron. 
Pasado el primer tramo de trepada, el camino que sigue es ancho y bueno, el tránsito casi nulo. Hace mucho frío a pesar del día soleado, hemos subido bastante.
El paisaje es difícil de describir, distinto a todo lo que estamos acostumbrados, unos llanos interminables formados por inmensas salinas, salpicados por algunas matas de arbustos, y aquí y allá manadas de vicuñas que pastan con la tranquilidad que les da la soledad de la puna.
A las 13:00 hs. llegamos a Susques, mitad de camino, nos encontramos con los Bustos, hacemos aduana y migraciones, la atención es excelente, muy cordial, estamos en una Argentina diferente, nos podríamos quedar a pernoctar ya que seguramente en algún lado nos conseguirían lugar. Nos sirvieron té de coca y nos dieron un puñado de hojas para mascar por el camino.

Seguimos viaje, pinchamos tres gomas, solucionamos el problema con la ayuda de César ya que nosotros sólo teníamos dos auxilios, la última reparación la hicimos en un puesto de gendarmería, alrededor de las 18:00 hs., después nos enteramos que no nos tenían que haber dejado pasar ya que no nos quedaba tiempo para llegar a San Pedro de día.

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